miércoles, 3 de junio de 2015

De como vendí mi carro y compré una bicicleta y otros amores

Hace 3 años trabajaba en una empresa muy lejos de la ciudad y por esta razón había comprado un carro. La idea de pasar horas en el transporte público, escuchando vallenatos, oliendo la cebolla que día a día montaban en la parte trasera para vender en los mercados locales me aterraba.


Recuerdo el olor a nuevo y la disminución de casi un 70% el tiempo de recorridos, especialemente cuando salía de mi oficina para la universidad a estudiar un diplomado. Luego vinieron los cambios y con ellos la decisión de dejar el carro parqueado en la casa debido a los altos costos de parqueaderos. Después vinieron las rutas (varios de mis compañeros y yo compartíamos carro y nos turnabamos la manejada). Finalmente los trasteos y los horarios flexibles que no permitían continuar compartiendo.

Fue en ese entonces que me convertí en el ser que más odio, aquel que se queja de la cantidad de vehículos en las calles y de tener un carro que no compartía con absolutamente nadie.
Sabía que este año era el momento de desprenderme de Tiberio (mi carro) y con la idea de buscar nuevas alternativas que me hicieran más fácil la vida utilicé el Metro y diferentes buses de la ciudad (tengo que reconocer que me relajaba mucho el hecho de no tener que manejar).

Sin embargo fue un día en el que tomé de la decisión de ir a la casa de mi mamá un sábado al medio día y contabilizar mi trayecto y a los ocho días siguientes hacer el mismo recorrido caminando. En el carro me demoré 30 min exactos, demasiado tiempo para unas escasas cuadras y caminando me demoré 15 min. Ahí empecé a dudar de la necesidad de tener un carro (aunque confieso que tener uno te simplifica muchas cosas: Mercar, ir a fincas y paseos) y empecé a coquetearle a las bicicletas; lo difícil era tomar la decisión.

Así que un día me levanté muy impulsivo y llevé el carro a vender, ya no había vuelta atrás. Tomar la decisión de comprarme a Anacleta (la bicicleta) lo hice sin haber probado las rutas y conociendo mi pésimo estado físico; sin embargo lo hice. Uno aveces necesita tomar decisiones impulsivas, de lo contrario es muy difícil salir de la zona de confort.

Este será el diario en el que consignaré todas las chocoaventuras de Anacleta y yo (que espero que sean muy positivas).



No hay comentarios:

Publicar un comentario