jueves, 18 de junio de 2015

Tengo un pito y no dudaré en usarlo




Eran las 7 am y salí de mi un poco tímido en la bicicleta. Tenía un poco de temor puesto que era mi primer recorrido. La ruta que había seleccionado incluía cruzar un puente y atravesar una glorieta (una de las más transitadas en Medellín). 

En la ruta me encontré con algunos obstáculos y miedos. 


  1. LAS ALCANTARILLAS. Resulta que las verriondas estas tienen la misma dirección y tamaño de las llantas de la bicicleta. Son un peligro para la humanidad. Afortunadamente a esa hora no hay mucho tráfico en la vía y uno puede esquivarlas con facilidad.  Pero a mi regreso es más miedoso, el tráfico existente a las 5:30 p.m. implica que tienes que frenar en las alcantarillas y estar mirando constantemente para atrás, de tal manera puedas saber si te la puedes esquivar.  
  2. LAS “Y” y el don de la adivinación: en la ruta tenía que subirme a un puente, en el camino había una “y” y los carros podían tomar la derecha para acceder a otra vía o podían continuar derecho y subir por el puente. Casi mojo cuquito del susto cuando empecé a tomar el puente, mi don de adivinar para donde va ir el carro no funciona y más aún cuando el animal de conductor no hace uso de las direccionales. COMO LE EXPLICO SEÑOR CONDUCTOR? SI USTED PONE LAS DIRECCIONALES YO NO TENGO QUE ADIVINAR. LAS DIRECCIONALES NO LE GASTAN GASOLINA Y HACEN DE LAS VÍAS LUGARES MÁS AMABLES!
  3. LAS GLORIETAS: de todos los obstáculos de la ciudad para uno como ciclista y más para un ciclista primíparo son las glorietas. Las odio, no hay nada que hacer. No solo son un peligro cuando uno está manejando sino que son 2439 veces más peligrosas si vas en una bicicleta. Fue tanto el susto que me bajé de la bicicleta y me fui caminando por los andenes para poder para llegar a la Av 33.  Los carros no van por los carriles que deben ir, además no hacen uso de LAS DIRECCIONALES; por lo general en el carril derecho hay un azul (policía de tránsito) que se para en la calle  con ganas de que uno lo pise. 
  4. LOS PEATONES: parece que los peatones se sienten atraídos por las bicicletas. Se le tiran a uno como si nada, y si uno les pita (con la campanita) te bravean. Es más si vas por una de las ciclorutas te regañan por que los haces mover y porque no pueden caminar por ese lugar. Para entender más el comportamiento del peatón haga el siguiente ejercicio.

                Si vive en las afueras de la ciudad, prenda un bombillo afuera de su casa. Casi inmediatamente se va a llenar de polillas o mariposas. Asimismo se comportan los peatones cuando ven una bicicleta.

Tan peligrosos son los peatones que la campana no los ahuyenta, por eso es que Encicla en uno de sus kits te entrega un pito. Creo que es la única manera posible de espantarlos. 

 Mi recomendación es planear y planear su ruta de tal manera usted pueda evitar la mayor cantidad de obstáculos. Evite “Y” y glorietas. Monte siempre bicicleta con su respectivo pito y no dude en utilizarlo.


martes, 9 de junio de 2015

El nacimiento de Anacleta

De lo único que estaba seguro de ella era su nombre. No sabía que tipo, marca, color, estilo; No sabía absolutamente nada.
Mi primer acercamiento a una bicicleta fue a los 5 años: el traído del niño Dios y ya. A los 30 me dio por ir a una ciclovía y fue una experiencia traumática luego de haberme caído de la manera más estúpida (desconocimiento de las leyes de la física) en plena Av. del Poblado y de haber sido llevado a la clínica de las Amércias. El accidente no fue grave, solo 4 puntos en la cumbamba (mentón) y una semana de incapacidad por un esguince de primer grado en el tobillo derecho (pudo haber sido peor).

Nunca me he creído Lucho Herrera, Rigoberto Urán o Santiago Botero; se más de maternidad de gallinas que de bicicletas. entonces cómo llegó Anacleta a mi vida? Bueno, todo empezó por concer mi debilidad más grande: el estado físico y de ahí empecé a explorar opciones.

Bicicletas de gasolina o eléctrica? Si les soy sincero solo me concentré en las eléctricas. cuál? ahí empecé a preguntarle a personas más expertas en bicicletas eléctricas, sobre que características debía tener en cuenta para poder comprar una.

  1. Necesitaba una bicicleta liviana. para mi era importante que la bicicleta no fuera una carga más. 
  2. Que no fuera un encarte: qué pasaba si llovía, o sí tenía que ir a un lugar en el que no pudiera ir en bicicleta?  por esta razón necesitaba una bicicleta que la pudiera transportar fácilmente si llovía o si alguien decidía darme la arrimadita en el carro. 
  3. Autonomía: como ya sabía que quería una bicicleta eléctrica necesitaba una que no tuviera que cargar y recargar constantemente. 
  4. Asistencia: como no soy el más deportista del universo y vivo en una de las lomas de El Poblado necesitaba de una bicicleta que me subiera la loma sin que muriera de un infarto.
E-Ciclo portable City Pedale
Velocidad Máxima 23 km/h



20 a 25 km/h
Autonomía  de 15 a 20 km 30 a 35 km
Carga Máxima 120 kg 120 kg
Peso del Producto 23 kg 23 kg
City Pedale, Tomado de www.e-lectric.co

City Pedale, Tomado de www.e-lectric.co

E-Ciclo. tomada de www.falabella.com.co

E.-Ciclo. tomada de www.falabella.com.co

De todas las bicicletas que vi estas fueron las dos que me llamaron más la atención. El precio no fue una variable determinante puesto que como había vendido a Tiberio (mi carro) tenía el dinero suficiente para comprar cualquiera de las dos. Entre ellas hay una diferencia casi de un millón de pesos, pero tengo que confesar que el diseño, respaldo y atención al cliente me llevó a tomar la decisión de comprar la City Pedale, y creánme no me arrepiento.

sábado, 6 de junio de 2015

De como Anacleta perdió su virginidad y otros demonios

Todo estaba listo, ya nada podía detener el nacimiento de Anacleta, era el momento para quitarle su virginidad y ponerla a rodar por las calles de Medellín.
Era un lunes al mediodía cuando fui por ella, contaba las horas para ver sus ruedas en el pavimento; solo había un problema: mi última experiencia en la bicicleta.

Como no tenía casco, pito, reflectivos ni nada de eso tomé la decisión de montarla en un taxi hasta el barrio Provenza, allí compraría todo lo necesario para sentirme más seguro, el barrio quedaba a algunas cuadras de mi casa, entonces todo estaba listo.
Me bajé del taxi, desplegué a Anacleta en el pavimento y me fui montado en ella con la inseguridad característica de padre primerizo.

Llegué a la tienda  y como ñoño que soy le dije al administrador.
- ¿Soy virgen de bicicleta, y este es mi nuevo medio de transporte, que coños es lo que necesito, además de un casco? el man no sabía si reírse o gozarme, sin embargo me ofreció que el guante, el casco, el candado, y la campanita coqueta para pitarle a la gente que se atravesaba en las calles (en otra entrada hablaré de los jijuepuercas atravesados).

Compré casi todo lo necesario, me quedó faltando un moral para la parte trasera de Anacleta y comprar lo básico de la herramienta; aunque aún no se cual cable hace qué o que tornillo aprieta que, pero uno nunca sabe cuándo va a necesitar una llave bla bla bla (no se su nombre y aparentemente es muy necesaria).

 Por fin era el momento de irme para mi casa en Anacleta, ya tenía "todo el equipamiento" necesario para poder transitar un poco más protegido de tanto atarván que hay en la calle. Empecé un poco tímido y luego empecé a pedalear como gamín, es decir parado y moviendo la bicicleta de un lado para otro. Al principio me pareció lo más de entretenido, recordé mis hazañas en las lomas de Manizales y como montaba bicicleta hasta el cansancio. Llegó el momento más temido, la subida de la loma de la casa, pero estaba súper confiado en su componente eléctrico, tanto que decidí acortar distancia y subirme por una pared a lo Spiderman (OH ERROR) no solo se me apagó la bicicleta sino que además llegué "juagao" en sudor a la casa. Pero llegué.

Dejé a Anacleta en la sala de mi casa y me fui para mi cuarto. me senté en la cama con la lengua afuera del cansancio y me dije a mi mismo: mi mismo la cagamos. Qué carajos hiciste? sabés que no tenés el estado físico para montar en bicicleta y aun así tomaste la decisión de comprate una, LA CAGASTE. Me senté un rato en la cama y después de meditarlo un rato y decidí darle otra oportunidad, esta vez con ropa más comoda (el teni y la loneta) y así me fui para la casa de mi madre. En esta ocasión fue una experiencia religiosa, me di cuenta que el problema no era Anacleta o mi estado físico, el problema era la ropa que llevaba puesta (el Jean más pegado y poco flexible del universo).

Esta segunda oportunidad con Anacleta me volvió la ilusión de que si es posible moverse en las lomas de la ciudad en bicicleta. 

miércoles, 3 de junio de 2015

De como vendí mi carro y compré una bicicleta y otros amores

Hace 3 años trabajaba en una empresa muy lejos de la ciudad y por esta razón había comprado un carro. La idea de pasar horas en el transporte público, escuchando vallenatos, oliendo la cebolla que día a día montaban en la parte trasera para vender en los mercados locales me aterraba.


Recuerdo el olor a nuevo y la disminución de casi un 70% el tiempo de recorridos, especialemente cuando salía de mi oficina para la universidad a estudiar un diplomado. Luego vinieron los cambios y con ellos la decisión de dejar el carro parqueado en la casa debido a los altos costos de parqueaderos. Después vinieron las rutas (varios de mis compañeros y yo compartíamos carro y nos turnabamos la manejada). Finalmente los trasteos y los horarios flexibles que no permitían continuar compartiendo.

Fue en ese entonces que me convertí en el ser que más odio, aquel que se queja de la cantidad de vehículos en las calles y de tener un carro que no compartía con absolutamente nadie.
Sabía que este año era el momento de desprenderme de Tiberio (mi carro) y con la idea de buscar nuevas alternativas que me hicieran más fácil la vida utilicé el Metro y diferentes buses de la ciudad (tengo que reconocer que me relajaba mucho el hecho de no tener que manejar).

Sin embargo fue un día en el que tomé de la decisión de ir a la casa de mi mamá un sábado al medio día y contabilizar mi trayecto y a los ocho días siguientes hacer el mismo recorrido caminando. En el carro me demoré 30 min exactos, demasiado tiempo para unas escasas cuadras y caminando me demoré 15 min. Ahí empecé a dudar de la necesidad de tener un carro (aunque confieso que tener uno te simplifica muchas cosas: Mercar, ir a fincas y paseos) y empecé a coquetearle a las bicicletas; lo difícil era tomar la decisión.

Así que un día me levanté muy impulsivo y llevé el carro a vender, ya no había vuelta atrás. Tomar la decisión de comprarme a Anacleta (la bicicleta) lo hice sin haber probado las rutas y conociendo mi pésimo estado físico; sin embargo lo hice. Uno aveces necesita tomar decisiones impulsivas, de lo contrario es muy difícil salir de la zona de confort.

Este será el diario en el que consignaré todas las chocoaventuras de Anacleta y yo (que espero que sean muy positivas).